jueves, 28 de junio de 2012
Jeremy Kost
Fuente: Jeremy Kost
Jeremy Kost es un incansable cronista de género, sexualidad y de la vida nocturna, y un pionero de la Polaroid.
Nacido en Corpus Christi, Texas, ahora vive y trabaja en Nueva York, aunque viaja regularmente por el mundo para capturar sus imágenes, tanto de modelos tonificados en el desierto de California, como de vibrantes drag Queens pavoneándose por Pittburgh. Este año, el trabajo de Kost sera expuesto en el museo Andy Warhol, Esquina Arte Moderno en Washington, D.C., y en la galería Nuke en París. Recientemente acaba de salir su primera monografía, It’s Always Darkest Before Dawn (siempre es más oscuro antes del amanecer), donde muestra retratos intensos y obscenos y los elaborados collages de Kost; una edición limitada que fue producida en colaboración con BookMarc.
No es una hipérbola sugerir que Jeremy Kost podría ser un heredero de Warhol, tomando Polaroids de una próspera subcultura de frikis, rebeldes, transexuales y divas disfrazadas. El círculo social del artista, iconos como Amada Lepore y Ladyfag, es su sujeto natural. Para Jeremy Kost, el día a día tiene la calidad de un cuento de hadas extravagante. Sus imágenes son alternativamente documentales y construidas, la realidad de la enérgica vida nocturna o fantasías coreografiadas y montadas.
Kost ha ido llevando las cosas hasta el límite, experimentando cada vez con proyectos más ambiciosos.
Espejo, espejito.
La belleza y la elegancia en todas sus muchas apariencias están presentes en las fotografías de Jeremy Kost. También lo están sus polos opuestos. Esas características que están deseando tapar, erradicar o desviar, la fealdad e inseguridad. Ambos binarismos van juntos de la mano, tanto como una reina oscura mirando detenidamente su espejo y preguntando la belleza percibida de su reflejo, la delicada elegancia que ha practicado una y otra vez. Y en las polaroids de Jeremy Kost que captan el submundo de la escena discotequera de Nueva York, el “otro” mundo de fama y celebridad, y por supuesto, el exaltado mundo de los chicos gogós y frikis secundarios, la reina en la imagen no es necesariamente esa de Walt Disney, pero en cambio, una persona extravagante que representa la belleza y la fealdad en todos nosotros.
Las polaroids de Kost se convierten en el espejo Warholian, el cual deseamos, tememos y nunca seremos.
Y en esa misma vena como Warhol, que nunca salía de casa sin su fiel Polaroid colgando de su cuello, Kost habita el reino del moderno club de día infantil, la glamurosa drag Queen, la joven estrella y el famoso “rockandrollero” como si fuera uno de ellos, sin importar sus rayas o extremos. Como un camaleón social que ha saltado de la pared, Kost se une con sus alrededores ganando confianza con sus sujetos, diciéndoles con una sonrisa o un asentimiento de cabeza que ellos son de verdad los más bellos de todos. El repertorio que construye con sus modelos escogidos se refleja en cada íntimo retrato que captura con el pulsar de un botón. Tanto una celebridad tapada con una nube de humo de tabaco o una drag Queen comprobando su maquillaje en un espejo compacto, las figuras representadas en las fotografías de Kost son reales, aunque al mismo tiempo, completamente ficticias. Nos fuerzan a poner en duda aspectos de fantasía, privacidad y fachada. Nos fuerzan a mirar en el espejo, y decidir por nosotros mismos lo que somos y lo que queremos ser. Nos hacen dudar de nuestra propia belleza, a veces confirmando nuestro dominio, en otras ocasiones, exponiendo nuestros fallos.
Las potentes imágenes de Jereny Kost, parecen ser, los perfectos conductos para estas cuestiones personales. Para él, la belleza existe solamente en el ojo del fotógrafo.
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