¿Sabes cómo actuar y qué productos elegir según la zona de tu cuerpo a tratar? Te explicamos los puntos básicos de la cosmética masculina.
Todo el mundo nos repite lo importante que es la cosmética masculina. Que los hombres también tenemos que cuidarnos y que no sólo las mujeres son las que utilizan millones de potingues para embadurnarse todo el cuerpo con la promesa de verse más jóvenes y bellas. Contado así, parece la versión del siglo XXI de Blancanieves y que cada uno tenemos en casa a una vil madrastra capaz de arrancarnos el corazón para sus fines cosméticos. Tranquilos, no hay ningún caso previo que confirme esta historia.
Volviendo a nosotros, a los hombres, podemos determinar que, aunque ya existían algunos precursores, la fiebre por las cremas, sérums, contornos de ojos, soluciones capilares, protectores solares, fragancias y demás ofertas en el mercado llegaron con David Beckham y su cuidada fachada.
El pánico cundió entre el sector masculino y todos corrimos a por esos millones de productos que aseguraban convertirnos en este referente del fútbol internacional. En lo que no reparamos fue en saber cómo utilizarlos, cómo aplicarlos y cuál nos convenía más. Pero esta práctica aleatoria debe llegar a su fin y por eso desvelamos la "Guía para una buena praxis". Seis zonas del cuerpo y unos cuantos consejos clave para cada una de ellas que conseguirán que le cojas el tranquillo a los cuidados que necesitas (y aciertes para hacerle un regalo a tu chica).
Rostro
La limpieza es lo primero
La polución, el exceso de grasa y las células muertas se acumulan en tu epidermis, impidiéndole respirar. Antes de tratar, utiliza un producto limpiador y/o exfoliante.
Empieza por lo básico
Los productos hidratantes mantienen el correcto equilibrio hidrolipídico en tu piel y evitan que el agua se evapore de las células. Deberían ser un básico en tu neceser como lo son los jeans en tu armario.
Averigua tu tipo de piel
No es lo mismo tratar una piel grasa, una seca o una mixta. Cada una de ellas tiene sus problemas específicos y exige una aproximación terapéutica diferente.
Tus ojos dicen mucho de ti
Las ojeras, la hinchazón y las bolsas bajo los párpados estropean tu mirada y te dan un aspecto cansado. Reducirlas está en tu mano y los efectos son muy visibles e inmediatos.
¿Cuál es tu problema?
Arrugas profundas, finas líneas, flacidez, manchas… Hay un producto para cada signo de la edad y, ya sea por necesidad o por prevención, deberías sumarlo a tu rutina.
Cabello
Lavar a diario
Un champú con un pH respetuoso con el cuero cabelludo se puede, y se debe, usar a diario. Al contrario de lo que se piensa, lavarse el pelo todos los días no provoca su caída, sino que ayuda a desobstruir el folículo piloso.
Sano y brillante
Tanto el pelo como el cuero cabelludo pueden presentar problemas de salud. Una descamación excesiva de este último desemboca en caspa. Por otro lado, una fibra capilar estropeada y abierta da un aspecto desaliñado y mate al cabello. Por fortuna, existe un producto para cada trastorno.
También por vía oral
Hoy en día, tanto los problemas de caspa como los de caída pueden resolverse por medio de pastillas. Es el milagro de los nutricosméticos.
Y el toque final
Geles de fijación extrema, ceras de acabado mate, espumas para crear looks imposibles, gadgets de corte con mil posibilidades… La peluquería profesional ha llegado al salón de tu casa. ¿Te atreves a probar?
Cuerpo
Higiene, ante todo
Ni que decir tiene que todo hombre que se precie tiene en la ducha diaria su mejor aliado de belleza. Utilizar productos que no te resequen la piel evitará que acabes hecho un estropajo.
Exfoliar antes de depilar
Para evitar que el vello se encarne y que aparezcan esos molestos y antiestéticos puntos negros.
Elegir el método
Rasurar o utilizar crema depilatoria es cómodo e indoloro, aunque de duración reducida. La cera, todo lo contrario. Pero lo hagas como lo hagas, no olvides hidratar después.
El michelín, solo en el coche, gracias
Existe una gran variedad de productos reductores que pueden ayudarte a definir tu abdomen. Di adiós a la barriga cervecera y hola al six pack.
El diablo está en los detalles
Tus manos, por ejemplo, dicen mucho más de ti de lo que piensas. A menudo olvidamos protegerlas del sol (aunque siempre están expuestas) y una mala hidratación las torna ásperas y rugosas.
Afeitado
¿En húmedo o en seco?
Dada la excelencia de las actuales maquinillas eléctricas y de las cuchillas, es una cuestión de gusto personal. Elige el método que menos te irrite la piel y no seas tacaño con los recambios. Unas herramientas bien afiladas disminuyen las pasadas y la agresión a la piel.
Preafeitado
El tratamiento previo es tan importante como el rasurado mismo. Ablandar el pelo con agua caliente y aceites de afeitado, que además mejoran el deslizamiento de las cuchillas, harán que el corte sea más suave y menos traumático.
¿Espuma, jabón o gel?
Los actuales geles y espumas ablandan el vello y actúan creando una película sobre la piel que dificulta los cortes. No obstante, los tradicionales brocha y jabón siguen siendo todo un placer para el auténtico gentleman.
Repara al terminar
Lo primero, una toalla con agua fría para cerrar los poros. Después, un buen after shave con agentes calmantes (como el aloe vera y el pantenol) e hidratantes.
Solares
Descubre tu fototipo
Según el color de tu piel, ojos y pelo, así como de la facilidad con la que te broncees, deberás utilizar productos con una protección mayor o menor. En la actualidad, hay aparatos profesionales que miden la cantidad de melanina en la piel de forma exacta.
No menos de SPF 15
Por debajo de este índice, la protección frente al daño solar de los productos es demasiado baja.
Utilízalos todo el año
Los rayos UV son el principal factor de envejecimiento cutáneo (por no hablar del melanoma). Por tanto, lo ideal es proteger la piel siempre que se practiquen actividades al aire libre.
Aplica bien y reaplica
Con menos de 2 ml por cm2 de piel, la fotoprotección que obtenemos es menor a la declarada en el envase. Además, siempre has de reaplicarlo cada cierto tiempo, sobre todo si sudas o te mojas la piel.
El bronceado más seguro
Sin duda, el que ofrecen los autobronceadores. Aspecto saludable sin riesgos.
Fragancias masculinas
Cosas de familia
Pocas elecciones definen tanto la imagen que un individuo proyecta de sí mismo como la fragancia que usa. Elige la familia olfativa que más te guste (oriental, amaderada, cítrica, fougére…) y, después, afina con la esencia que mejor te represente.
Ojo con la cantidad
Al igual que en El precio justo, la clave reside en no pasarse. Sobre todo, si tu fragancia es un perfume o un agua de perfume. Con un eau de toilette es más difícil pecar por exceso, pero no te confíes…
¿Dónde me lo pongo?
No hay unas reglas inmutables, pero si quieres dejar huella, vaporiza sobre la piel, no sobre la ropa, a la altura del pecho y los hombros. Y nunca lo hagas sobre heridas, mucosas o partes nobles.
Cuándo y dónde
Como norma general, sé parco perfumándote, por respeto hacia los demás, en espectáculos de masas como el cine o el teatro, en aviones, trenes y similares, y en situaciones luctuosas. Ten en cuenta que la noche es el momento para ser atrevido.
Fragancias femeninas
No preguntes
Si no conoces el perfume que usa tu chica, ya empiezas mal. Averígualo sin preguntarle. Cuando lo sepas, tienes dos opciones: comprarle el mismo que usa siempre (éxito seguro) o sorprenderla con otra fragancia de la misma familia olfativa. Seguro que apreciará tu dedicación.
Ofrécele un plus
Las fragancias femeninas suelen ir acompañadas de toda una línea de productos de baño perfumada con la misma esencia. Y en la mayoría de las ocasiones el aumento de precio no es muy significativo.
Persigue la rareza
Si le regalas una fragancia nicho, poco conocida pero de gran calidad, le demostrarás que te has tomado muchas molestias con su regalo. Y, de paso, podrás contarle alguna historia interesante…
A ti no tiene por qué gustarte… ¿O sí?
Intentar que una mujer se adapte a tus gustos es algo que no suele funcionar. Asúmelo: nosotros usamos el perfume que les gusta a ellas, ellas usan el perfume que les gusta a ellas. No te molestes en cambiarlas.
Fuente: Revista GQ