He intentado hacer un bonito post hablando del amor que esta mujer tiene por la Alta Costura, pero he visitado dos páginas claves donde hablan de ella y me ha sido muy difícil debido a la opinión que me ha resultado tras leer las páginas.
Les dejo con los enlaces. Por favor, léanlo con todo lujo de detalles, porque de verdad que no tiene desperdicio.
Una de las páginas es ELMUNDO.ES donde Maria Eugenia Yagüe le hace una entrevista a Eloísa. Intenta que sea una cosa sería, intentando realzar lo bueno que tiene esta mujer, si es que lo tiene... Pero las barbaridades que dice no son normales.
Una mujer que, bajo mi punto de vista, no sabe de lo que realmente está hablando (ya que decir que Karl Lagerfeld le ha dicho los mejores piropos de su vida cuando esta señora usa una talla 38, y para Karl Lagerfeld, una mujer con una talla mayor a la 38 está gorda, y si una talla 40 es de mujer con sobrepeso según él, la talla 38 dudo que sea algo que le atraiga...) y que desconoce por completo el protocolo de como vestir en cada ocasión, porque esta mujer a la que le sobra el dinero y de la que se desconoce oficio alguno, no se mueve precisamente por ambientes bajos...
Continuando, otra de las páginas es FUG & BUSTED, donde hablan de Eloísa de una manera muy mordaz y cómica, que aunque no comparta ciertas lindezas que dicen ajenas a la protagonista, me ha dejado con una sonrisa en la cara y creo que a ustedes les pasará lo mismo.
5.177.337,5 millones de parisinos a los que les interesa la moda.
Exactamente la mitad de la población.
Al ver esta imagen en blanco y negro de París es fácil, y divertido, trazar una línea imaginaria que separe a esos 10.354.675 millones de personas bajo una sencilla premisa: a los que les palpita más rápido el corazón al pensar en el desfile de Chanel y a los que no.
Una semana de la Moda que, escrictamente, son cuatro días.
27 shows repartidos en un maravilloso calendario en donde desfilan grandes como Versace, Dior, Giambattista Valli, Chanel, Armani Privé, Givenchy, Alexandre Vauthier, Elie Saab, Jean Paul Gaultier y Valentino entre otros muchos.
12.000 macaroons de Ladurée, por día.
Los macaroons de Ladurée son la comida oficial de la Alta Costura; se alinean en cajitas preciosas, son delicados y siempre apetecibles.
Incroyable!
Al menos quince lugares fascinantes y epatantes donde se verán los desfiles.
La localización a la que conduce cada invitación es un sueño: el Grand Palais, la embajada de Brasil, el Museo Bourdelle, el Hotel Shangri-La, los salones Franco-Americanos, entre otros.
Solo con imaginar los primeros acordes de la música de cada desfile y la primera modelo que empieza a caminar por la pasarela se acelera la respiración.
Ocho exigencias inexcusables.
La Alta Costura exige a los privilegiados que forman parte de tan exclusivo club de moda presentar dos colecciones al año con una colección de unos 50 trajes, emplear a un mínimo de 20 personas en el taller de cada couturier, manufacturar los trajes con un mínimo de 100 horas para ello, utilizar telas exclusivas, hacer tres pruebasantes de entregar el diseño, marcar el precio de cada pieza entre los 16.000 y los 60.000 euros y confeccionar como máximo tres modelos por diseño.
Diez elegidos, mas dos invitados.
Cuando se dice que la Alta Costura es un club elitista se hace en términos absolutos.
Un pequeño grupo del que solo forman parte una decena de elegidos: Adeline André, Dominique Sirop, Emmanuel Ungaro, Frank Sorbier, Jean Paul Gaultier, Jean-Louis Scherrer, Chanel, Christian Dior, Christian Lacroix, Givenchy. Junto a ellos, Armani y Valentino figuran como miembros extranjeros.
Así es la exclusiva denominación de origen de la Alta Costura.
Y un magnífico novato.
Hace menos de un mes se hacía pública la decisión de la Federación Francesa de la Costura de aumentar en uno el exclusivo grupo de diseñadores con denominación de origen. El elegido era Giambattista Valli, afincado en París desde 2005, y que había desfilado como diseñador invitado el año anterior. El genio del diseñador a un collar de perlas siempre pegado es tan arrollador que las diligencias burocráticas para pertenecer al club se agilizaron considerablemente ya que, normalmente, se tarda 5 años en ser aceptado.
Dos millones de flores se cortarán y repartirán por toda la ciudad.
Si los macaroons de Ladurée son el menú oficial de los días de la Alta Costura, la moneda de cambio son las flores. Rosas, claveles, girasoles, margaritas, orquídeas, tulipanes y todas las materializaciones florales que el hombre conoce adornan las estancias, salones, desfiles y clubes donde los asistentes de la Alta Costura se van reuniendo grácilmentedurante los días de pasarelas.
1.500 pares de manos.
Los que aplaudieron salvajamente a Dita Von Teese en el desfile de Alta Costura de Jean Paul Gaultier del pasado otoño/ invierno. Dita es una de las más fieles asistentes a las pasarelas de Haute Couture, adorada y referenciada por Alexis Mabille y Gaultier. Este último la invitó a hacer sobre la pasarela uno de sus números de burlesque para demostrar una máxima de moda que comparten ambos:"Desvestirse es un pretexto para vestirse mejor".
Veinte ojos, y dos manos.
¿Cuántos pares de atentos ojos y manos tendrán que vigilar a las modelos? Los récords están hechos para romperse y más en Alta Costura.
Coleccionistas de Alta Costura.
Daphne Guinness, además de haber adquirido el armario completo de Isabella Blow (musa de Alexander McQueen) y de su pasión por la técnica militar aplicada a la moda, materializada en ese alucinante guante de oro y diamantes que suele llevar, es una defensora a ultranza de las maneras de la Alta Costura. En una entrevista con el Telegraph se lamentó de que estuviera "agonizante" por la falta de clientas y de hombres cualificados para llevarla a cabo.
1868, el año en el que empezó todo.
El calificativo de Alta Costura se usa incorrectamente en ocasiones para definir una colección de trajes de noche. La realidad es que va más allá: compromete a las firmas de moda a mantener unos altos estándares de calidad y, a cambio, el diseñador obtiene una protección jurídica. Todo empezó en el siglo XIX cuando un grupo de diseñadores fundaron la Cámara Sindical de la Moda, hoy Federación Francesa de la Costura, con el fin de evitar el plagio de sus vestidos.
Cinco lugares en los que hay que estar.
Como los buenos amigos, los buenos hoteles en París se cuentan con los dedos de una mano. Cuando uno asiste a los desfiles de Alta Costura su residencia debe estar fijada en uno de estos cinco: el Ritz, el Crillon, el Bristol, el Plaza Athenee y el Costes. Cada uno se adapta a la personalidad de sus huéspedes. El Ritz es tradicional y un valuarte de antiguas costumbres. El Costes, en cambio, es para nuevos y adinerados hipsters, jóvenes y adolescentes de clase media y alta, urbanos y con intereses alejados de las corrientes predominantes de la moda y la cultura, como la música alternativa o el cine independiente.
Un número indeterminado de cristales bordados a mano en cada uno de los vestidos del desfile de Alta Costura de Elie Saab.
Este espectacular diseño en un color maravillosamente indescriptible hizo que se detuviera el tiempo. Dos minutos, 120 segundos, de pasos a cámara lenta y sabiendo que todos los esfuerzos para mantener esta forma de moda aún tienen sentido. Un número indeterminado de lágrimas por cada cristal cosido a mano en un taller de París.
150 personas (o más) las que han fingido haber recibido un ramo de rosas de Karl Lagerfeld en su habitación de hotel.
Las flores, como he dicho, son la moneda de cambio durante la Semana de la Alta Costura. Y si se reciben con una tarjeta escrita del puño y letra del Kaiser se convierten en el mayor símbolo de estatus y prominencia social. Así que, si uno no está en la lista deenvíos florales del Kaiser, ¿por qué no fingir que sí está? Es la versión de la montaña y de Mahoma, pero aplicado en moda.
Cuatro pinchos de una moderna corona de espigas.
Una de las creaciones más celebradas de Riccardo Tisci que, junto con el prístino vestido blanco que llevaba su musa, Mariacarla Boscono, se convirtió en inspiración inmediata para novias. Eso sí, diferentes.
Cuatro pinchos de esa moderna corona de espigas para otros once entre la muñeca y los dedos.
Un vestido blanco de tul primorosamente trabajado en un taller de costura por 20 pares de manos, agitado por la violencia de 15 pinchos de oro y una sobria manicura francesa. Esto es Alta Costura.
Dos notables ausencias este año.
Anne Valerie Hash y Maison Rabism han decidido centrarse en el ready to wear y no desfilarán este año en la Alta Costura. Un camino que ya siguieron Saint Laurent, Ungaro, Balmain y Mugler.Esta es una de las razones por las que Daphne Guinness habla de agonía: "Una vez que se empieza a perder artesanos que realmente saben hacer ciertas cosas es como talar un bosque: no vuelve a crecer".
Tres.
Las dimensiones en las que Sthépane Rolland ha trabajado los detalles de los diseños que mostró ayer Martes 24 de Enero: "Cada pétalo de flores ha sido esculpido a mano en cualquiera de los materiales de los vestidos que se verán en la pasarela. La paleta de colores es estricta: rojo, blanco y negro. Hay pocas excepciones, la clave está en la pureza", ha detallado en Vogue. Los diseños Rolland son los favoritos de Beyoncé, Rania de Jordania, Lady Gaga y Yasmine Le Bon. Por eso es conocido como el Caballero Moderno de la Alta Costura.
80's.
La década que referenció Jean Paul Gaultier en uno de sus últimos desfiles de Alta Costura. Mientras sonaba My Way cantada por Sid Vicious, se desató un frenesí cabaret punk en la pasarela, con modelos con flequillo cortado con tiralíneas por encima de las cejas agitando sus cancanes y gritando "Oh La La!", mientras otras maniquíes caminaban hieráticas luciendo crestas súper punkis. Por cada uno de esos árboles talados que no vuelven a crecer a los que alude Daphne Guiness, hay un esperanzador desfile de Gaultier.
Un número X de clientas reales.
Mientras los diseñadores que han decidido dejar de desfilar en la Semana de la Alta Costura argumentando que las nuevas formas de moda no pueden convivir con esta forma tradicional y artesana de confección, grandes Maisons como Christian Dior y Chanel afirman que quedan suficientes mujeres a las que sí les interesa y que sí pueden costear estas creaciones. "Chanel tiene una clientela real y esa es la primera razón para mantener viva la Costura", ha dicho taxativamente Lagerfeld.
Dos formas melodramáticas de vislumbrar el futuro de la Alta Costura.
Karl Lagerfeldtiene otra lapidaria forma de acotar la Alta Costura: "Fue creada para mujeres con vidas privilegiadas y de ésas aún quedan bastantes". Jean Paul Gaultier, por el contrario, se expresa en otros términos mucho más lapidarios: "Económicamente la Costura es un desastre. Es la forma más pura de expresar la moda que yo hago pero hay tan, tan pocas clientas... Todas se van haciendo mayores y mueren, ¿verdad? De todos modos, me hace mucha ilusión formar parte de esta decadencia porque realmente se está acabando. Es el fin".
Número infinito de todo aquello que la clienta guste y requiera.
Francoise Montenay, presidente de Chanel, dijo en una ocasión: "La Alta Costura es la licenciapara usar absolutamente todo: los materiales más exclusivos, las telas más complejas de conseguir y cortar... Quien adquiere un diseño de Costura jamás lo verá en otra persona, así que tiene derecho a pedir lo que se le antoje y a hacer todos los cambios que considere necesarios hasta que su vestido sea completamente perfecto".
Ochocientos periodistas de moda acreditados para la Semana de la Moda.
Una cifra muy pequeña comparada con la que cubre las Semanas de la Moda Prêt-à-porter, pero directamente proporcional a los desfiles y a la exclusividad inherente a la Alta Costura. A estos cuatro días de moda híper elitista acuden celebrities, pero también se cuentan con los dedos de una mano.
Todas ellas entran en esa ecuación perfecta de macaroons de Ladurée, copas de Veuve Clicquot y flores enviadas a su habitación del Ritz.
La artesanía es un valor añadido y aún más en una época en la que la moda rápida se encuentra en su mejor momento. Por ello, son muchas las grandes firmas de lujo en las que el valor artesano se destaca como diferencia. Una de ellas es Chanel. La maison francesa ha dedicado mucho esfuerzo y tiempo a comprar talleres artesanales y a destacarlos, creando incluso un desfile dedicado a ellos: el Chanel Métiers d’Art.
Entre los talleres que la firma tiene en cartera hay orfebres, zapateros, sombrereros, artesanos bordadores, especialistas en la creación de botones, en flores y en plumas. Los ocho franceses y con una larga trayectoria en el negocio artesano. Todos los talleres que Chanel posee, a través de su subsidiaria Paraffection, tienen historia.
Massaro
Massaro es uno de ellos. El taller francés fue fundado en 1894 por el zapatero Raymond Massaro y comprado por Chanel en 2001. Aunque hasta esa fecha no pertenecía a la maison francesa, el taller llevaba décadas trabajando para la firma. Un ejemplo de ello es el conocido zapato bicolor que presentó Gabrielle Chanel en 1959 y que era obra de Massaro.
Con una plantilla que no supera la docena de trabajadores, el taller sigue trabajando artesanalmente las piezas que crea. Además de para Chanel, Massaro, dirigido en la actualidad por Philippe Atienza, también trabaja para otras firmas como Alaïa. Atienza asumió la dirección del taller en 2008, cuando el sucesor de Raymond Massaro se retiró, con más de ochenta años, y le eligió como su sucesor.
Además de firmas de moda, el taller también ha calzado a mujeres como la Duquesa de Windsor, Romy Schneider, Marlene Dietrich y Elizabeth Taylor y ha sido el zapatero oficial del rey Hassan II de Marruecos.
Goossens
Otro de los talleres, en este caso orfebre, es Goossens. Fundado en 1950 por Robert Goossens, el taller de orfebrería y joyería está actualmente dirigido por su hijo Patrick Goossens. El fundador del taller conoció a Gabrielle Chanel en 1953 y ella lo convirtió, en poco tiempo, en uno de sus proveedores habituales. A partir de ese momento, el taller comenzó a servir a muchas más firmas: Balenciaga, Rochas, Yves Saint Laurent, Guerlain y Marc Bohan para Dior son algunos ejemplos.
Goossens, que cuenta con una plantilla de medio centenar de personas, entró a formar parte de Chanel en 2005 y actualmente, además de servir a firmas cuenta con una línea propia creada por Martine Goossens, hija del fundador.
(Desfile de Alexandre Vaultier donde los accesorios son de Goossens)
Maison Michel
Uno de los complementos fetiche de Gabrielle Chanel eran los sombreros. Y un taller artesanal que los fabrique no podía faltar en la cartera de la compañía: Maison Michel.
El taller de sombreros lo fundó Auguste Michel en 1936 en París. El fundador se retiró en 1968 y el relevo lo tomaron Pierre Debard y su mujer Claudine quienes compraron la empresa. Debard utiliza las máquinas de coser Weissmanns para la creación de grandes sombreros con costuras invisibles. Esta técnica le permitió servir a diseñadores como Pierre Cardin e Yves Saint Laurent.
Tras sus primeros clientes, la Maison Michel se convirtió en proveedor de sombreros para los desfiles de alta costura de firmas como Chanel, Nina Ricci, Givenchy, Laroche, Lanvin y Christian Lacroix. Finalmente en 1996 Chanel compró el taller.
Laetitia Crahay está al frente de la dirección artística del taller desde 2006 y actualmente, además de grandes firmas de moda, Maison Michel crea sombreros para óperas, obras de teatro y parques de atracciones como Disneyland Resort Paris.
Maison Lemarié
Los sombreros no son los únicos accesorios que la firma francesa distribuye y, además, siempre van decorados. Por eso Chanel también cuenta con la Maison Lemarié y la Maison Guillet, especialistas en el tratamiento de plumas y de flores respectivamente.
La Maison Lemarié fue fundada en 1880 por Palmyre Coyette y se posicionó como el taller de plumas más importante de Francia. La maison trabajaba, por aquel entonces, para compradores al por mayor y para grandes almacenes. Lemarié exportaba el 50% de sus productos.
En 1946 el nieto de Coyette, André Lemarié terminó sus estudios y decidió involucrarse en la empresa familiar. En ese momento la Maison Lemarié comenzó a trabajar para la alta costura francesa: Christian Dior, Balenciaga y Nina Ricci son algunos de los creadores con los que trabajó.
Actualmente Lemarié es prácticamente el único taller artesanal de plumas que queda en Francia. La compañía se incorporó al conjunto de talleres de Chanel en 1996.
Maison Guillet
Por otro lado se encuentra la Maison Guillet, dedicada al tratamiento y confección de flores. El taller fue fundado en 1896 y, en sus inicios, decoraba escaparates de tiendas parisinas. Con el tiempo Guillet se ha diversificado y ha terminado trabajando tanto en el mundo de la decoración como en el mundo de la moda.
Los artesanos de la Maison Guillet trabajan con más de 10.000 matrices de pétalos, flores y hojas que les ayudan a accesorizar las colecciones tanto de alta costura como de prêt-à-porter de muchas firmas. Entre ellas Chanel, a la que se unió en el año 2006.
Maison Lesage
Entre los artesanos bordadores se encuentra la Maison Lesage. El taller fue impulsado por Albert Lesage y su mujer Marie-Louise Favot, que compraron la casa de bordados Michonet en 1924. A partir de entonces el taller se hizo conocido y comenzó a servir a grandes nombres de la moda como Paul Poriet y Madeleine Vionnet.
En 1949 el fundador falleció y su hijo François Lesage asumió la dirección de la empresa. Bajo la dirección del hijo del fundador, el taller trabajó para firmas como Chanel, Dior, Yves Saint Laurent, Gaultier y Lacroix.
En 2002, Chanel compró Maison Lesage y, de este modo, pasó a formar parte de la cartera de talleres de la firma y con ella su archivo de más de cuarenta mil muestras de bordados.
Este taller ha sufrido un cambio sustancial ya que su fundador, François Lesage, murió tras una larga enfermedad. Por ello, Chanel nombró a Hubert Barrère como nuevo director artístico.
Desrues
El taller especialista en botones Desrues es otro de los talleres con los que cuenta Chanel. Comenzó su andadura como compañía en el año 1929 por Georges Desrues. El fundador había trabajado antes para Chandelier, uno de los orfebres más conocidos de París y creó joyería y accesorios para los mejores creadores de moda de la época.
La influencia de Desrues en Chandelier fue tal que convirtió a la compañía en el único proveedor de joyas y accesorios de Madeleine Vionnet. Cuando en 1929 el fundador de la empresa en la que trabajaba Desrues se retiró, él tomó las riendas del negocio y trabajó para creadores como Lanvin, Dior, Chanel e Yves Saint Laurent.
Las primeras colecciones de botones que realizó para Chanel las hizo en 1965 y pronto se convirtió en su proveedor favorito para finalmente, en 1984, transferir el control de su empresa a la maison. Aún así Desrues trabajó hasta su muerte, en 1992.
Montex
El otro taller de bordados del que Chanel es propietaria es Montex. Esta ha sido la última incorporación a su cartera de ateliers. Montex, fundada en 1949, es una empresa de bordados que trabaja para firmas como Yves Saint Laurent, Dior, Valentino, Givenchy, Louis Vuitton, Celine y también para la propia Chanel.
La maison francesa ha adquirido Montex, que cuenta con una plantilla de 30 empleados, y con su dueño Bruno Bacus, que planea jubilarse.